Por: José Andrés Martínez Silva
Director General de Estudio Elefante
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La historia de la Inteligencia Artificial (IA) ha estado marcada por varios “inviernos”, períodos de estancamiento seguidos de resurgimientos. Por “invierno” me refiero a esos momentos en que la burbuja de expectativas de la humanidad estalla, revelando que la tecnología antes considerada imbatible no logra superar retos específicos.
Recientemente, conversaba con Alfredo García Zavala y otros expertos sobre la posibilidad de que un nuevo invierno esté a la vista. Sin embargo, creo que esta vez podría ser diferente, e incluso evitable.
La sorprendente realidad de la IA generativa
A pesar de la opinión de figuras prominentes de la industria tecnológica como Linus Torvalds, quien afirma que la IA es 90% marketing, considero que la IA generativa, tal como la conocemos, es impresionante. Permite a las personas alcanzar resultados asombrosos al potenciar sus capacidades.
Sin embargo, aquí radica el peligro de un posible nuevo invierno. Muchas personas no comprenden su papel frente a la IA generativa y a menudo envían instrucciones vagas, como “crea un plan de marketing”, frustrándose cuando no obtienen la respuesta que esperaban.
La responsabilidad del usuario
Esta falta de comprensión se intensifica cuando los grandes fabricantes refuerzan la idea de que su nueva tecnología emplea IA generativa para hacer nuestra vida más fácil, sugiriendo que no es necesario que el usuario haga nada. Sin embargo, aunque esta promesa puede cumplirse en ciertos aspectos, como sugerencias personalizadas o recordatorios, no podemos creer que esto nos hará más productivos sin un esfuerzo consciente.
La frase “Con un gran poder viene una gran responsabilidad” es aplicable aquí. Un modelo de lenguaje como GPT otorga un gran poder, pero ese poder debe manejarse con responsabilidad. Esta responsabilidad se centra en tres aspectos clave:
Formación: Así como no puedes conducir un auto sin aprender a hacerlo, no puedes esperar que la IA logre resultados sin entender cómo instruirla. Es esencial aprender a guiar a la IA para obtener los mejores resultados y perfeccionar el proceso.
Discernimiento: No puedes pedir ayuda para redactar un documento científico sobre reproducción asistida en abejas sin tener conocimientos en el tema. Sin base previa, será difícil distinguir entre información válida y errónea. La IA no te convierte en experto; asumir que lo eres puede llevar a errores graves.
Colaboración: La historia de los computadores personales demuestra que la colaboración es fundamental. Gracias a que IBM licenció sus componentes, surgieron diversos fabricantes que enriquecieron el mercado. De manera similar, la IA generativa nos convierte en solucionadores de problemas y nos llama a compartir lo que aprendemos, promoviendo una cultura de responsabilidad compartida.
El futuro de la IA
El invierno podría estar a la vuelta de la esquina. Si quienes han ignorado su responsabilidad y han creído en la promesa de una mayor productividad sin esfuerzo se dan cuenta de que, más allá de recomendaciones automáticas y resúmenes genéricos, no están sumando nada a su trabajo, perderán la fe en la IA y la burbuja estallará.
Es vital que todos asumamos nuestra parte de responsabilidad en el uso de la IA generativa. La educación y la colaboración son clave para evitar un nuevo invierno. Te invito a reflexionar sobre tu propio uso de la IA y a compartir tus aprendizajes con otros.
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