Por: José Andrés Martínez Silva
Director General de Estudio Elefante
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Somos Estudio Elefante. ¡La fuerza detrás de las grandes ideas!
El pasado 13 de septiembre tuve la oportunidad de participar en el panel del Congreso Itinerante que organiza la Fundación Alberto Merani. Compartí un increíble espacio de diálogo con tres expertas apasionadas por la educación: Diana Ureña, Sandra Durán y Sindey Bernal.
Dado que el evento estaba bien pensado y organizado, días antes del panel recibimos las preguntas, las cuales encontré tan interesantes y profundas que opté por lo que me pareció más responsable en ese momento: sentarme a leerlas, reflexionar sobre ellas y escribir mis posibles respuestas.
A falta de una memoria mejor, pero con la esperanza de que mis respuestas resulten interesantes para aquellos que también reflexionan sobre el papel de habilidades esenciales en nuestra sociedad, comparto las respuestas que preparé a las preguntas, en una suerte de auto entrevista.
Pregunta: Estamos presenciando un cambio sustantivo en las dinámicas humanas y sociales en función del desarrollo vertiginoso de la tecnología, de la abundancia y disponibilidad de información y de las expectativas y exigencias cada vez mayores de rapidez, rendimiento y éxito en todas las esferas de la vida, ¿qué incidencia consideran ustedes que vienen teniendo esas dinámicas en los niños y en los jóvenes? De manera particular, ¿cómo se manifiesta esa incidencia en los diversos entornos y niveles educativos?
Respuesta: La tecnología ha sido, desde un comienzo, el medio que permite al hombre aumentar sus capacidades humanas y conseguir resultados que de otra forma estarían fuera de su alcance. Antes de la invención de la Web los documentos se encontraban desconectados, por supuesto, mediante el uso de citas y referencias era posible navegar entre ellos, pero no de la manera en que el hipertexto nos permitió hacerlo, a partir de su invención no sólo podíamos navegar entre diferentes documentos profundizando y ampliando nuestra lectura según lo necesitáramos, sino que también fue posible añadir al texto diferentes medios complementarios, como el audio y el video. Esta tecnología aumentó nuestra capacidad de acceder a grandes cantidades de información permitiéndonos generar nuevos productos gracias a nuestra capacidad creativa.
Hoy en día, cuando nuestros hijos nos preguntan algo que no sabemos o nos piden ayuda con algún trabajo escolar, no acudimos a los libros impresos, al menos no en primer lugar, acudimos a la web y les ayudamos a encontrar la información necesaria para construir sus respuestas en fuentes que reconocemos como válidas. Este ejercicio que nos resulta tan natural, debe realizarse con el mayor cuidado y atención, pues sin darnos cuenta podríamos estar enviando un mensaje terrible a nuestros pequeños: “eso está en Internet”.
El problema no es que la información esté en Internet, el problema es que nuestros niños se pueden haber quedado con la falsa creencia de que por el hecho de estar van a encontrarla o peor aún, de que lo que encuentren será verdadero y útil para resolver sus problemas.
Por otra parte, cuando asumimos el rol de profesores, en ocasiones planteamos a nuestros niños problemas que cuando fuimos niños no hubiéramos podido resolver, afectados también por la idea de “eso está en Internet” desconociendo que, a pesar de que la información pueda estar disponible, son necesarios varios procesos mentales para encontrarla, analizarla y crear con ella el conocimiento necesario para resolver el problema planteado. Estos proyectos de clase terminan convirtiéndose en proyectos familiares donde el padre y la madre deben hacer gala de sus conocimientos en ingeniería, ciencias sociales, arte y meditación para cumplir con las demandas del salón de clase.
Efectivamente, en Internet se encuentra una gran cantidad de información, aunque el dato ya está desactualizado, se estima que todos los libros catalogados del mundo ocupan alrededor de 480 terabytes, mientras que la información disponible en Internet ocupa 1,2 zettabytes. Si tomamos en cuenta que 1 zettabyte es igual a 1,000,000 de terabytes, quiere decir que en Internet hay 2500 veces más información. Definitivamente la información está allí, pero frente a este orden de magnitud ¿cómo la encontramos? ¿cómo distinguimos entre lo falso y lo verdadero?
Resulta evidente que esta idea del “está en Internet” tiene mucho que ver respecto a las demandas de rapidez, rendimiento y éxito que la sociedad realiza en todas las esferas de la vida. No resulta comprensible que una tarea tome tanto tiempo para ser realizada si “está en Internet”, no se comprende como una persona no sabe como resolver un problema si la respuesta “está en Internet”, pero igual que lo mencionaba hace un momento ¿estamos considerando la alfabetización previa que deben tener las personas para poder acceder y usar eficientemente esta información?
Personalmente considero que debemos sentarnos a determinar con un gran nivel de detalle, cuáles son las competencias que requieren las personas que van a trabajar con la tecnología disponible, para garantizar que consigan un resultado mejor del que lograrían trabajando sin ellas. Una vez que tengamos esto claro es necesario brindarles la formación necesaria y sólo cuando hemos cumplido con estas dos etapas podemos comenzar a exigir resultados asociados a su uso.
Pregunta: En el epílogo del libro Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?, Nicholas Carr advierte: “Qué triste sería, sobre todo para formar la mente de nuestros hijos, que tuviéramos que aceptar sin más la idea de que “los elementos humanos” son algo obsoleto, prescindible.”, refiriéndose a la tentación de confiar a la tecnología “tareas que requieren sabiduría”. ¿Cuál es la opinión de ustedes al respecto? ¿Estaremos frente a ese momento triste que pronostica Carr?
Respuesta: Conviene en este punto, sumar a lo anteriormente dicho la Inteligencia Artificial Generativa, con lo que estaríamos sumando al “eso está en Internet” el “eso la hace (chat)GPT”. Tal vez como generación, los niños nacidos hace 10 años o los jóvenes adultos nacidos hace 20 años, no habían tenido la oportunidad de presenciar un cambio tecnológico tan fuerte como el que hemos vivido desde noviembre del 2022. Los mayores de 40 tuvimos la suerte de ver el nacimiento de los computadores personales, de Internet, de la web, hemos sido conscientes de que se trata de tecnologías creadas por el hombre para aumentar sus capacidades, pero los más jóvenes no son conscientes de esto, ellos nacieron en un mundo en el que Internet siempre estuvo allí y los más pequeños tan sólo le llevan un par de años al chat de inteligencia artificial más popular.
Hago toda esta introducción porque es importante distinguir las reacciones que pueden tener una persona de 40 años o más cuando interactúa con un agente basado en Inteligencia Artificial de las que tiene un niño de 12 o 13 años, incluso un joven de 18. Mientras que la persona de 40 años puede pensar “es sorprendente hasta donde hemos llegado” el más joven podría pensar “este chat piensa y resuelve problemas mejor que yo” y esto no es poca cosa. Quien reconoce el origen de la tecnología y su papel como responsable de esta, reconoce también su responsabilidad en el uso de la misma, en la formación que requiere para usarla de la manera correcta. El que no cuenta con este contexto se ve de pronto frente a una suerte de artilugio mágico que cumple sus deseos de manera instantánea. Sumemos a este hecho la incapacidad que tienen los más jóvenes para dilucidar entre lo verdadero y lo falso o para identificar las fuentes confiables en su proceso de aprendizaje y tendremos la receta para un potencial desastre en términos de desarrollo de competencias esenciales para desenvolverse en la sociedad.
Es cierto que empleando (chat)GPT, Claude o cualquier otro LLM es posible generar sin demora un artículo acerca de prácticamente cualquier tema, pero sin hacer uso de nuestra capacidad de discernir podemos dar por hecho un conjunto bien balanceado de falacias, datos ficticios presentados como reales y una lista de fuentes inexistentes que soportan lo anterior. Se me dirá entonces que con la rapidez que avanza esta tecnología hoy mismo es posible conseguir que por ejemplo, las fuentes sobre las que se fundamente dicho artículo sean en un 90% o más verídicas, pero incluso así, es sólo el conocimiento experto del humano que usa la tecnología el que evalúa y determina la calidad del producto generado, ajustándolo a sus necesidades e intereses e incorporando en él, elementos que como experto en la materia reconoce como esenciales.
En mi opinión la renuncia a la sabiduría para confiar ciegamente en la tecnología es el antepenúltimo paso antes de nuestra desaparición como especie. Hoy más que nunca resulta imprescindible educar y educarnos en el uso de la Inteligencia Artificial Generativa, comprender las bases sobre las que se desarrolla, las razones detrás de sus impresionantes capacidades y la manera correcta de interactuar con ella para conseguir los mejores resultados. Seguramente los artículos que hoy se generan empleando ayuda de estas herramientas no volverán a generarse como antes de su llegada, pero estoy seguro que quienes generan dichos artículos han reconocido como mínimo lo siguiente:
La importancia de profundizar en su campo de conocimiento y aumentar su experticia cada día, como la única manera de contrastar los productos que genera una tecnología que ha recibido, durante su entrenamiento, más páginas de libros de las que él mismo ha podido leer, sin que esto implique que las haya leído o comprendido.
La importancia de analizar y comprender la manera en que funciona esta tecnología, el sutil arte de diseñar estímulos y ajustarlos de forma iterativa hasta conseguir el mejor resultado posible.
La importancia de verificar siempre las construcciones que son enviadas de vuelta, para garantizar su idoneidad y el manejo ético de la información que presentan y sobre la que se basan.
Pregunta: ¿Cómo definiríamos la habilidad de "mirar" en el contexto actual y por qué es importante?¿Qué creen ustedes que está pasando actualmente con nuestra capacidad para mirar? ¿Si hubiera algo por mejorar, qué acciones concretas podrían sugerirle al maestro?
Respuesta: Mirar es una forma de interpretar y comprender lo que se observa. Implica un esfuerzo consciente por dirigir la atención hacia lo observado. Voy a conectar esta idea con algo a lo que me referí en una intervención anterior. Quien únicamente ve, puede encontrar que una imagen generada por Inteligencia Artificial Generativa es hermosa, impactante, casi como hecha por un profesional humano. Al mirar esa misma imagen pueden comprenderse elementos que de otra manera pasarían desapercibidos, por ejemplo, extremidades que no corresponden con los cuerpos de la imagen, dedos adicionales en las manos de las personas que se han incluido en la imagen o elementos completamente descontextualizados. Quien tan sólo ve, considera la imagen como una creación fantástica de la tecnología, quien en cambio mira se da cuenta que, si bien se trata de un avance tecnológico innegable, aún dista mucho para que alcance el nivel con el que sus contrapartes humanas plasman la realidad en creaciones artísticas.
Mirar por otra parte, exige detenernos, hacer una pausa en medio de la velocidad con la que vamos de un punto a otro a lo largo del día. Piensen por ejemplo en el aterrador “scroll infinito” que podemos observar en los usuarios de los teléfonos inteligentes (que a veces somos nosotros mismos) cuando ven un video tras otro, sin comprender realmente que están viendo, pero generando para sus cerebros una gratificación instantánea a la que no pueden escapar. Si tan sólo se detuvieran a mirar, si fijaran su atención en lo que está en la pantalla para intentar comprender su sentido, podrían pasar al menos dos cosas: la primera es que el usuario aprenda algo de lo que está viendo y lo incorpore a su conocimiento, la segunda es que se de cuenta que está perdiendo el tiempo y decida vivir la vida por fuera de la pantalla.
Pocos ejercicios me parecen más gratificantes que mirar a un grupo de personas, tan sólo fijar mi atención en ellos, intentar comprender el sentido de la conversación que se desarrolla mediante sus gestos y expresiones, adivinar los conflictos subyacentes, las posibilidades que emergen, todo a una distancia prudente y de manera respetuosa, pero en un acto de interpretación de la realidad mediante la observación que me ayuda a desarrollar mi sentido de empatía y mis habilidades de negociación.
Se han preguntado si la evidente falta de empatía que se observa en la actualidad se debe, en cierta medida, a que hemos olvidado cómo mirar, a que nos acostumbramos a que todo es paisaje, lo vemos a veces incluso de reojo, pero no nos interesa extraer información de la imagen, estamos tan centrados en nosotros mismos, tan preocupados por la auto gratificación que no conseguimos darnos cuenta de que hay más personas alrededor, personas que tienen dificultades que superar, historias de vida de las que podemos aprender, otras personas como nosotros.
Se me ocurre iniciar mi próxima sesión de formación, pidiéndole a los asistentes que se tomen un tiempo para mirar el espacio en el que se encuentran, para mirar y reconocer a las personas que están junto a ellos, para mirarse a sí mismos con el ánimo de comprender la disposición con la que han llegado, creo que cinco minutos dedicados a este experimento podrían transformar de una manera muy positiva lo que ocurra en los siguientes.
Pregunta: Dice Carr: “Algunos pensadores dan la bienvenida al eclipse del libro y, con él, de la mentalidad literaria. .... Sus argumentos son otra importante señal del cambio fundamental operado en la actitud de la sociedad ante el logro intelectual. También facilitan la justificación de este cambio a los ojos de la gente, que se convence a sí misma de que navegar por la Red es un sustituto válido, incluso mejor, de la lectura profunda y otras formas de pensamiento calmado y atento.” ¿Qué creen ustedes que debería pasar hoy, educativamente hablando, con nuestra capacidad para pensar, para comprender y reflexionar?
Respuesta: La lectura superficial de un texto o el intento de comprender un libro mediante fichas resumen (memo fichas se llamaban en mi época de colegio) deja al lector únicamente provisto de elementos superficiales: título del libro, autor del libro, nombre de los protagonistas, resumen del conflicto central, resumen de la trama y desenlace. Hoy en día puedo apoyarme en la IA para generar este tipo de resumen y como una primera aproximación está bien, pero no puedo, no podemos engañarnos, una cosa es leer un resumen y otra leer un libro.
Para empezar en los resúmenes de los libros que se encuentran en la red, se acude a una simplificación del lenguaje, se pierde el uso del idioma que originalmente ha empleado el autor y en su lugar se observa la manera en que se comunica quien hace el resumen. “Pero al final dice lo mismo” podría señalar alguien, en realidad no dice lo mismo, no tiene el mismo significado, puede que se refieran al mismo asunto, pero lo hacen desde dos alturas intelectuales completamente diferentes. La altura con la que nos quedemos determinará la manera en que a partir de ese momento comencemos a referirnos a esa obra y a lo que aprendimos de ella.
Pero no se aplica únicamente para obras literarias, esta lectura superficial es altamente riesgosa en el campo técnico. Una persona puede creer equivocadamente que sabe programar porque ha leído un par de tutoriales en línea o porque ha visto un par de videos en youtube, incluso cree que sabe programar porque le ha pedido a un LLM que genere el código por ella. Pero esto no tiene nada que ver con saber programar, copiar y pegar códigos de terceros cruzando los dedos para que solucione el problema que tenemos frente a nosotros no es programar, es un acto de irresponsabilidad.
El aprendizaje requerido en este caso, se consigue mediante la lectura, el análisis, la práctica resolviendo problemas, es necesario imponerse al deseo de creer que sabemos algo rápidamente y reconocer con humildad que dicho aprendizaje nos tomará un tiempo, que puede ser incluso mayor que el que le tome a otros, pero que es el tiempo que se requiere para que podamos incorporar este aprendizaje y emplearlo de una manera eficiente y responsable.
Desde esta Columna de Elefantes extiendo un profundo agradecimiento a Gisela Bermúdez y Fabián Gonzalez por su amabilidad al invitarme a este espacio y por la alegría que produce el reencuentro con estudiantes de otras épocas (en el caso de Gisela) y de participantes de los bootcamp de Harambee (en el caso de Fabián).
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